Querido Lector: Desde la paz de mi Scriptorium me atrevo a asomarme (otra vez, sí!) a tu pantalla en este 10 de Diciembre y para festejar contigo (aunque estés del otro lado del Ande, del Mar o del Caribe) el primer cuarto de siglo de Democracia en mi amada Argentina.
Los memoriosos colegas deberán coincidir que, en ningún momento de nuestra dolorosa y luminosa historia hemos tenido un período tan dilatado de esta imperfecta forma de gobierno clásica, pero eficientísima a la hora de equiparar las grandes diferencias que subsisten (a pesar que "con la Democracia se come, se estudia y se cura") en los pueblos.
Una democracia con instantes de luz y suciedades impías que enturbian el raudo vuelo de la Paz sobre nuestro pueblo. Una democracia que ha permitido que a la fecha ocho niños argentinos por día no lleguen a ver los próximos 25 años de vida institucional, pues la desnutrición se los ha llevado.
Una democracia que no ha aclarado fehacientemente el porqué de tantas sillas vacías en tanta casa inocente -o no- para esta Navidad; una democracia que no ha crecido junto con Justicia, Derechos, Educación y Desarrollo como Cortejo, y con algunos oscuros representantes de la trouppe de Alí Babá (cualquier semejanza con personajes orientales es pura intencionalidad) que van y vuelven, se reciclan y lanzan espumarajos de dignidad sobre la carroña de la que han surgido…
Es verdad, una democracia con paso trémulo, pero en marcha al fin!
Cuando empecé mi carrera, no podía estudiar muchas cosas, ni leer muchísimas más. No podía cuestionar y pedir. Leía un cierto y clausurado documento de 1853 con la misma nostalgia con la que podía leer una visita de Colorconcorvo por ciudades de América en el S XIX, pero hoy, enseño ese mismo documento (y reformado, encima) en el mismo tipo de escuelas en las que a mí se me lo ocultaba.
Estudio cuanto quiero y miro a la cara de las autoridades para elegirlas o repudiarlas. Para cacerolear enfurecido, o para asistir a las juras presidenciales, sintiéndome representado o no, pero en todo caso, Presente.
Puedo andar por los Hospitales, Escuelas y Tribunales, horrorizarme por la inmensa tarea que hay por hacer, pero puedo hacerla en la minúscula porción que me toca.
Y allí, mi querido Lector, es donde este Cumpleaños me convoca. Todo está por hacerse y mucho se ha andado. No creo que Francia ni Italia resurgieran de sus propias cenizas en quince días. Japón guarda intensas cicatrices y Africa aún debe subir muchos escalones para estar lejana de su terrible y violenta raíz.
Es verdad. Errores hay miles…. Pero tenemos la inmensa fuerza y testarudez de poder producirlos o enmendarlos. De cantar victoria o arriar la bandera del triunfo. Si! Pero todo eso y muchísimo más, que mi limitadísima pluma es incapaz de pergeñar, puede darse en este marco de participación, entrega y devoción.
Mirar hacia atrás es nuestra misión como medievalistas, pero mirar hacia atrás desde nuestro hoy. Y este hoy se nutre de ese ayer, que malo o bueno, es nuestro y nos lo debemos.
Borges diría que Dios conoce todas las palabras, aun las que aún no nos atrevimos a pronunciar y sólo le basta pensarse para crear y que sea.
Pues bien. Os invito a pensarnos. Creemos. Creamos. Seamos.
(Creo que Dios y Borges estarían contentos de mi chascarrillo. Pero muy serios ellos. Como corresponde a un Dios y a un Genio al verse descubiertos en su tarea).
Feliz Cumpleaños Democracia Argentina!!!!
Que esta vez, aprendamos.
Que esta vez sea la definitiva.
Para que ya no haya tábanos molestos que digas estas cosas

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